viernes, 4 de septiembre de 2009


¿Qué tanto somos nosotros mismos los que no nos dejamos conseguir los que queremos?

Le voy a contar una historia. El domingo pasado tome camino desde Tijuana rumbo al Sur para conocer un poco mas de Playas de Rosarito y Ensenada, dos puertos privilegiados del Pacifico Mexicano Que yo había visitado muy a la carrera y solo por cuestiones de trabajo.


En Rosarito tuve la oportunidad de hacer un buen almuerzo y después fui a caminar a la playa, frente al famoso hotel del puerto, y por su muelle monumental: es una gran estructura de madera que estoy seguro llega a medir más de 10 metros sobre el mar, y que tiene cerca de un kilómetro de largo en total. Si usted estuvo por ahí seguramente se dio cuenta que a pesar de que fue un domingo caluroso, durante la mañana se estaciono un banco de niebla sobre el puerto, lo que le daba un aspecto mágico al grado de que cuando empecé a caminar por el gigantesco muelle de madera no podía ver el final.

Sobre el muelle camine junto a un hombre ya mayor que con caña de pescar se dirigía hacia el mar. La pregunta obligada:

_ ¿Va a pescar?
Y me llamo la atención su respuesta:
_”Espero” pescar….
Instintivamente le dije:
_ ¿Cómo? ¡¡¡Usted VA A PESCAR!!!

Reconozco que no se de donde me salio la seguridad para afirmarle en medio de su duda que si iba a ir bien ese día.

Se río. Se le ilumino la cara y entonces me dijo:
_¡Es cierto…! Voy a pescar un lenguado…

Desconozco el arte de la pesca con caña pero por lo que pude ver entre los pescadores que estaban en el muelle es poco común sacar lenguado, ya que generalmente pescan unos peces pequeñitos parecidos a la mojarra.

Mientras seguíamos caminando este hombre me explico como es el lenguado: es plano, tiene , los dos ojos de un mismo lado , por eso le llaman “medio pez” y su carne (algo que si he podido constatar) es muy sabrosa.

Deje a este hombre pescando y seguí mi camino hacia Ensenada, camine por su malecón, cruce parte de Maneadero y llegue hasta la Bufadora.

Ya en la carretera de regreso hacia Tijuana sonó mi teléfono:

_ ¿Pablo? Soy Braulio… el del muelle de Rosarito… ¿Qué crees?
¡Pesque un lenguado de 4 kilos!
Se le escuchaba feliz, y con lujo de detalles me explico como lo había sacado, como era el lenguado y sobre todo lo feliz que le hacia haber pescado ese día, y haber sacado un lenguado. Era un hombre completamente diferente al que yo había conocido temprano en el muelle y que en ese momento dudaba si pescaría o no.

A partir de entonces tengo un nuevo amigo: Braulio el pescador de Rosarito, y una nueva reflexión: ¿Qué tanto somos nosotros mismos los que no nos dejamos conseguir lo que queremos?

Colofón: Nos da una profunda tristeza lo ocurrido el domingo en Navolato, Sinaloa. Un grupo de megamalandros dispararon contra una multitud de jóvenes que se reunían en un lugar conocido como el Malecón. Ocho perdieron la vida. Quizás entre los muertos había también malandros y se trato de un ajuste de cuentas, pero no podemos permitir que las vidas humanas valgan ya tampoco que se pueda disparar contra una multitud entre la que seguramente había también muchas personas inocentes que tuvieron la mala fortuna de estar ahí ese día.

pablomexicano@live.com.mx

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